Publicado el 18 de Abril del 2012

Pedro es funcionario con contrato a plazo indeterminado (estable) de una empresa minera y percibe ingresos muy superiores al promedio del mercado. Entre sus proyectos personales se encuentra el de constituir una empresa de prestación de servicios de transporte de carga pesada en el sector minero, para lo cual tiene proyectado financiar la compra de maquinaria pesada, a través de una Entidad Financiera.

Sin embargo, al acercarse a su Banco, le han indicado que no existe forma de financiar su proyecto, puesto que para ser sujeto de crédito, las empresas deben contar por lo menos con seis meses de antiguedad; y en cuánto a la posibilidad de obtener el crédito a título personal, no es posible, por ser persona natural sin negocio, a la cual no puede otorgársele un préstamo con destino comercial, sino un préstamo de consumo revolvente o no revolvente, vehicular o hipotecario; para “atender el pago de bienes, servicios o gastos no relacionados con la actividad empresarial”.

Ello, a pesar de contar con el compromiso de adquirir sus servicios, por parte de una empresa minera calificada y contar con los ingresos actuales suficientes para cubrir holgadamente la cuota del préstamo solicitado.

¿Dónde está el entrampamiento?

Lo anterior, muy común hoy en día, obedece a las actuales políticas de las entidades financieras, de alinear el destino del crédito con la fuente de ingresos, de acuerdo a los ocho tipos de créditos, según la nomenclatura manejada por Basilea.

Situación que conlleva a poner en camisa de fuerza a las personas naturales, que podrían ser atendidos con créditos comerciales

Lo curioso de todo esto, es que en la práctica, igual se los atiende, a través de créditos de consumo o, peor aún, a través de préstamos hipotecarios simulados; conociéndose de antemano, el destino real del crédito.

¿Cuál es el riesgo?

El problema no es la fuente de repago, puesto que se encuentra asegurada con la remuneración de Pedro. El inconveniente es la tasa de interés cobrada, que no está asociada al riesgo del destino real del crédito, que es comercial y no consumo ni hipotecario.

¿Qué hacer?

Ante esta realidad, lo recomendable es considerar el verdadero destino del crédito y evaluar la capacidad de pago en función de los ingresos actuales de Pedro y considerar los ingresos del nuevo negocio de Pedro como referenciales.

Escollo a superar

La camisa de fuerza conformada por los ocho tipos de créditos existentes, que determinan el destino en función de la fuente de ingresos: Un problema que debe se corregido, por lo menos para las personas naturales.

Autor
Iván Lozano Flores
Editor www.elanalista.com