Publicado el 11 de Noviembre del 2013

Ante la incursión de algunas entidades financieras peruanas en el otorgamiento de créditos solidarios, se hace necesario traer a colación sus ventajas, desventajas y factores de riesgo, a efecto de no caer en errores en su proceso de implementación.

Primeramente, se debe partir de la premisa de que el mercado objetivo de los créditos solidarios son los sectores de bajos ingresos, tradicionalmente no atendidos por el sistema financiero; con el objetivo final de ir graduando a sus beneficiarios hacia el crédito individual, una vez que se determine su capacidad y voluntad de pago.

Las principales ventajas de los créditos solidarios son las siguientes:

1. Permiten reducir costos operativos, al trasladar el proceso de selección hacia el grupo (en la mayoría de los programas de créditos solidarios existe una autoselección de los miembros de cada grupo); así como el seguimiento de su pago. De esta manera, el grupo realiza, en cierta medida, el rol de selección y seguimiento del grupo solidario, al tener – supuestamente – mayor información sobre cada miembro y, en consecuencia, poder de prever más fácilmente algún problema que afecte ya sea su capacidad de pago o voluntad de pago.

2. Asegura un mejor monitoreo y recuperación del crédito, debido a la presión grupal ejercida, que es más efectiva gracias a la posibilidad de aplicar sanciones sociales, lo que implica una mayor capacidad de coacción. El incentivo para que el grupo actúe de la forma mencionada es la amenaza de excluir del programa de créditos a todos los miembros en caso de incumplimiento de alguno de ellos. Naturalmente, se supone que la amenaza es verdadera; de lo contrario, el esquema de responsabilidad solidaria se rompería. Asimismo, se asume que otra entidad financiera tampoco lo atenderá a los miembros del grupo que caen en mora.

3. Colaterales sociales, ante la ausencia de un colateral físico que puedan dejar como garantía las personas de bajos ingresos.

Por su parte, las principales desventajas se detallan a continuación:

1. Difícilmente los miembros del grupo solidario socios tienen las mismas necesidades de financiamiento. Este hecho puede reducir la cohesión del grupo, dada la existencia de distintos niveles de riesgo. La solución puede ser otorgar montos distintos en función a la capacidad de pago de cada miembro u otorgar créditos individuales a los de mayor capacidad de pago, siendo la última alternativa la más utilizada.

2. A medida que aumenta el tamaño del grupo, existe un mayor riesgo de que se produzca una falla de coordinación para el pago y el seguimiento, lo que a su vez debilita la fuerza que asegura la solidaridad entre los miembros del grupo.

3. Cuando uno de los socios incumple (ya sea por falta de capacidad o voluntad de de pago), el resto de los miembros puede verse tentado a analizar si le conviene pagar o no, hecho que se suele denominar morosidad estratégica.

4. La excesiva concentración de la cartera de los programas de crédito solidario en unas pocas localidades o comunidades rurales es riesgosa, tanto en términos de la concentración del riesgo como en la probabilidad de colusión, sobre todo si estas comunidades tienen una fuerte tradición de movimientos sociales, fortaleza que podría utilizarse para coludirse.

Una política de diversificación geográfica y sectorial, así como de esquema de graduación de montos en función de la capacidad de pagos de cada miembro ayudaría a reducir el riesgo de colusión de cartera.

5. Usualmente no se cuenta con mecanismo de solución de conflictos intergrupales. Como por ejemplo ¿que hacer cuando un miembro no paga?, ¿cómo se decide cuanto presionar y que tipo de presión realizar?, ¿cómo se ponen de acuerdo para pagar la deuda del miembros morosos?. Situación que se agudiza cuando existen asimetrías en los montos de los préstamos al interior del grupo, puesto que no es igual asumir una deuda igual a la propia que una deuda que es doble o el triple de la propia (los más perjudicados serán los que menos tienen).

Los principales factores de riesgo identificados en una serie de países donde se otorgan este tipo de créditos, son los siguientes:

1. La existencia de un solo pago al final del crédito hace que se concentre excesivamente el riesgo crediticio. El seguimiento requerido para detectar algún cambio en el riesgo crediticio es mayor. Además, si el pago es único y al final del plazo, el incentivo para incumplir es mayor que si los pagos fueran mensuales.

2. Los programas de crédito solidarios en los que la Entidad Financiera no evalúa rigurosamente a los potenciales clientes en la etapa de selección (aún si hay autoselección), normalmente crean problemas desde el inicio, independientemente de lo bien que se haga la labor de seguimiento.

3. La concentración sectorial crea dificultades para una gestión sostenible. Por lo que, la diversificación de la cartera o del portafolio de actividades del grupo reduce la posibilidad de que los retornos de los integrantes del grupo estén correlacionados (covarianza de riesgos), lo que a su vez permite cubrir mejor la ocurrencia de shocks externos

4. A mayor monto de crédito es más difícil que los miembros del grupo cumplan con las obligaciones del préstamo ante la eventualidad de que falle la actividad principal financiada.

5. La conformación de grupos con parientes cercanos incrementa el riesgo de incumplimiento. Así tenemos que la participación de la Entidad Financiera en la selección se hace indispensable para reducir los errores de selección.

6. A mayor nivel de racionamiento crediticio impuesto al grupo, mayor será el nivel de demanda insatisfecha del grupo; lo que hace probable de que el monto del crédito sea cada vez menos importante, de modo que el prestamista pueda no ser considerado como un socio de largo plazo, con la probabilidad de que se reduzca el incentivo para cumplir con el pago.

7. Las señales débiles para los incumplidos y la poca energía aplicada a los morosos puede emitir señales negativas para los clientes, quienes podrían usar esta debilidad para incumplir.

8. La experiencia crediticia previa e imagen de debilidad del prestamista. En la medida que los prestamistas hayan tenido experiencias crediticias que no promovían una cultura de pago – condonación de créditos agrícolas o de construcción, refinanciaciones forzadas a través de RFA, etc. – o que perciban que la organización prestamista no permanecerá mucho tiempo como tal, podrían tener expectativas de / incentivos de no pago.

Conclusiones

La selección es crucial para asegurar el pago. Por lo que, no basta con que se promueva la autoselección de miembros: La Entidad Financiera debe realizar esfuerzos para asegurarse que se cumplan criterios básicos de diversificación de actividades de los prestatarios, evitar la inclusión de familiares en los grupos y evaluar la capacidad y voluntad de pago de cada uno de los miembros.

El monitoreo de pares es esencial, pero debe estar acompañada por mecanismos de monitoreo del prestamista, para asegurar el éxito de la modalidad de crédito.

Los lazos sociales. Su importancia depende de su capacidad para monitorear, presionar y sancionar a los morosos. En algunos casos, en la práctica es difícil que el grupo pueda presionar al moroso, porque ello puede implicar romper relaciones que son más importantes que el crédito. Más bien, la presión social es fundamentalmente pasiva, es decir, tiene que ver más con la vergüenza por causar perjuicios a los socios cumplidos. Presión que puede ser insuficiente, considerando que se trata de colaterales sociales y no físicos.

En términos generales, los créditos grupales no deben servir para relajar la aplicación de las políticas de créditos Sería muy simplista que un prestamista que otorgue créditos solidarios deje que los grupos se autoseleccionen y automonitoreen; y solo entonces participar activamente en la recuperación. Sería una receta para el fracaso y una puerta para la colusión. No se debe obviar jamás los principios básicos de diversificación, correcta selección de clientes, seguimiento cercano de las actividades de los prestatarios, rigor en la recuperación, sanciones a los morosos.

Fuente: Artículo “El crédito solidario, el colateral social y la colusión” de Francisco Galarza.