Publicado el 06 de Noviembre del 2013

Hace poco, conversando con un amigo, sobre el reciente premio otorgado al Perú, por sexto año consecutivo, como el país que ofrece el mejor entorno para las microfinanzas a nivel mundial; trajo a colación sus experiencias en una consultoría en microfinanzas que realizó en un país de América del Norte; experiencias que creo necesario compartir con Ustedes, a pesar de lo inverosímiles que parezcan, desde la perspectiva de nuestra realidad peruana.

Me comentaba, entre otras cosas, que en el citado país, la información de las Centrales de Riesgos o burós de créditos no eran públicas. Para conocer el récord crediticio de un prestatario era necesario que éste lo autorizase, mediante una declaración jurada. El secreto bancario, a diferencia de Perú, incluía además de las cuentas pasivas, las deudas de los clientes. Quién se atreviera a revisar las deudas de un cliente sin su autorización, podía ser demandado penalmente e incluso ir preso. Como es lógico no había campañas de “compra de deudas”, ni nada parecido.

Incluso, si el cliente autorizaba su búsqueda en las Centrales de Riesgos, la información que se obtenía era incompleta y poco confiable, debido a la proliferación de entidades financieras informales y no reguladas, que no reportaban a los burós de créditos.

Me imagino lo feliz que serían muchos morosos aquí en el Perú, de suceder algo así. Saltarían en un pie puesto que nadie podría tener acceso a su récord negativo de pagos; que decir de aquellos malos padres que figuran en las Centrales de Riesgos por no pasar pensión de alimentos a sus menores hijos.

Otro de las temas que me llamó mucho la atención fue el escuchar que el documento de Identificación Oficial, Cédula de Identidad o Documento Oficial de Identidad – DNI (como se conoce en el Perú) no señalaba el estado civil de los potenciales deudores. Lo que implicaba confiar en la buena fe de la información que proporcionaban los solicitantes de créditos. Algo inimaginable en nuestro país, donde el DNI emitido por el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil – RENIEC recoge dicha información.

Finalmente, no existía un registro de propiedad centralizado o integrado a nivel nacional, como los Registros Públicos que conocemos en el Perú; que permitiera conocer en un solo vistazo las propiedades del deudor en todo el país. Era necesario que se obtuviera un reporte en cada uno de los Estados donde se intuía que podía registrar propiedad el deudor. Mientras tanto, solo bastaba con el comprobante de propiedad que alcanzaba el cliente, puesto que no existía una constancia de búsqueda de bienes (como se conoce en el Perú). Imaginémonos como serían los procesos de cobranza judicial bajo estas condiciones.

Ante esta realidad, no era raro que casi el 90% de los préstamos del Sistema Financiero fuesen otorgados mediante créditos solidarios, ante la imposibilidad de conocer a cabalidad a sus clientes. Los créditos individuales eran casi inexistentes, a diferencia del Perú, donde es pan de cada día.

Situación que me permite realizar la siguiente pregunta: ¿El impulso que vienen dando actualmente algunas Entidades Microfinancieras en el Perú a los créditos solidarios es acertado, a pesar de que nuestra realidad es distinta a la de aquellos países donde su otorgamiento es mayoritario?.

Quiero entender que su propósito es atender a aquellos potenciales prestatarios que no tienen historial crediticio y se desconoce su voluntad de pago y que el objetivo siguiente será el crédito individual; y no tan solo se trata de una simple moda.

Autor:
Iván Lozano Flores
Gerente del Centro de Formación en Banca y Microfinanzas – CEFOMIC
ilozano@elanalista.com