Publicado el 29 de Marzo del 2010

Existen eventos muy poco probables que sucedan, pero cuya ocurrencia implica un alto impacto en las empresas y/o economías. Estos sucesos en el mundo de las finanzas se conocen como “cisnes negros”.

Por ejemplo, uno de los eventos que se podría considerar como de baja probabilidad y alto impacto sería una eventual pérdida de la calificación crediticia “AAA” de la deuda soberana de los Estados Unidos de Norteamérica, debido al abultado déficit de sus cuentas fiscales. Una pérdida de tal calificación sería un «cisne negro», puesto que podría implicar un colapso financiero internacional, por su efecto en la cotización de la divisa verde y los precios de los activos denominados en dólares, entre otros.

Es cierto que por ahora un evento de esta naturaleza es poco probable, pero es mejor establecer medidas que permitan reducir la vulnerabilidad frente a su ocurrencia. Una medida de prevención sería ir cambiando paulatinamente los ahorros, inversiones y reservas internacionales que se mantienen en dicha divisa, por otras monedas fuertes.

Fenómenos similares pueden suceder también en el mundo de las microfinanzas: la presencia de escenarios poco probables, pero cuya ocurrencia podría implicar resultados desastrosos para las Entidades de Microcrédito.

Uno de tales “cisnes negros” es la posibilidad de sobre-endeudamiento de las microempresas, ante la ausencia de medidas vinculantes que obliguen a las Entidades de Microcrédito a determinar y respetar un número máximo de entidades con las que podrían ser atendidos los potenciales prestatarios de crédito.

La ausencia de un número máximo de prestatarios induce a que las Entidades de Microcrédito asuman un mayor riesgo, que se agrava con el otorgamiento, cada vez más común, de un mayor número de operaciones de crédito sin garantías preferidas (léase: sin garantías de ningún tipo); con montos, incluso, cada vez superiores, que en algunas Entidades pueden llegar hasta las 20 Unidades Impositivas Tributarias (UIT). Riesgo que ni siquiera es compensado con una mayor tasa.

Mención aparte merece el tratamiento que se les vendría dando a los gastos familiares, que no estarían recogiendo la totalidad de la información de la unidad familiar de los prestatarios, afectando la evaluación de la capacidad de pago y, por consiguiente, los ratios de cobertura del monto de las cuotas de las deudas solicitadas.

Ante esto, se hace necesario que las Entidades de Microcrédito asuman medidas de prevención, una de las cuales sería ampliar su base de clientes hacia zonas de baja bancarización.

Precisamente, una gran herramienta de apoyo sería el Decreto Supremo 134-2006-EF que creó el “Programa Especial de Apoyo Financiero para la Micro y Pequeña Empresa – PROMYPE»», que permite, a través de una alianza público-privada, que las Entidades de Microcrédito, entre otros puntos, utilicen la infraestructura del Banco de La Nación, en las plazas donde es la única oferta bancaria o donde la oferta bancaria es insuficiente.

A la fecha, una de las entidades que viene ampliando su cartera de clientes, de manera sana, haciendo uso del Programa PROMYPE, es la Caja Rural de Ahorro y Crédito Nuestra Gente. Situación que le ha permitido ampliar sus márgenes de rentabilidad patrimonial, sin afectar el riesgo de su cartera; y lo más importante, tomar medidas de prevención contra la probabilidad de sobre-endeudamiento.

Autor
Iván Lozano Flores