Publicado el 01 de Diciembre del 2010

Jaime ha observado que cuando un Administrador sale de viaje, comisión, permiso o vacaciones, éste delega su autonomía de aprobación al segundo en jerarquía que, en este caso, es el Jefe de Grupo de la Agencia.

Al delegar su autonomía de aprobación el Jefe de Grupo, éste último puede aprobar operaciones de crédito hasta el nivel del Administrador de la Agencia.

Así tenemos que, si antes el Jefe de Grupo podía aprobar hasta $.5,000, con la delegación podría hacerlo ahora hasta $.15,000, que es el nivel de autonomía del Administrador.

Sin embargo, ha podido apreciar que el nivel de preparación, experiencia y madurez, así como el apetito al riesgo del Administrador y el Jefe de Grupo no siempre coinciden, lo que se pone de manifiesto en los Comités de Crédito que se llevan a cabo regularmente en la Agencia.

Por lo que, no llama la atención, que algunas veces se generen conflictos entre ambos, cuándo el Administrador, luego de delegar y retornar a su cargo, encuentra operaciones crediticias desembolsadas que él nunca se hubiese atrevido a aprobar, por considerar que superan el riesgo prudencial y no cuentan con las garantías suficientes.

Situaciones como las descritas son comunes de encontrar en muchas Instituciones de Crédito, que con el afán de no perder el ritmo de colocación acostumbran tener como política, la delegación del nivel de aprobación en los niveles inmediatos, sin importar su nivel de preparación, experiencia, madurez o apetito al riesgo.

Lo que no sucede en las Instituciones con mayor experiencia en el manejo del riesgo, quienes nunca delegan el nivel de autonomía, puesto que ésta es otorgada a la persona y no al cargo.

La experiencia les ha enseñado que la delegación es algo que se gana y no se otorga por la sola necesidad de colocar. Incluso la delegación se puede perder cuándo el manejo del riesgo no es el apropiado. Se puede dar hasta el caso de encontrar Administradores sin delegación crediticia; quienes se ven en la obligación de recurrir a sus colegas con autonomía para poder aprobar sus créditos o elevar todas sus operaciones de crédito a la Unidad de Riesgos, dependiendo de las políticas de la Institución.

Como se puede apreciar, en éstas Instituciones la opinión de la Unidad de Riesgos es dirimente, a partir de cierto monto de crédito.

Retomando al caso de Jaime, si en la IMF donde labora la delegación es otorgada al puesto y no a la persona. Lo recomendable sería que cuando el Administrador salga de viaje, comisión, permiso o vacaciones, no endose su delegación al Jefe de Grupo y, por el contrario, planifique sus actividades, a fin de no dejar operaciones pendientes.

Y lo más importante, evaluar la necesidad de otorgar a la Unidad de Riesgos decisión dirimente y no sea sólo un convidado de piedra, sin participación en las validaciones al crédito.

Autor
Iván Lozano Flores, Editor www.elanalista.com