Publicado el 11 de febrero del 2016

En cierta ocasión, un docente de maestría nos comentó el caso de un gerente financiero junior, que en plena discusión del pliego de reclamos con el sindicato de una poderosa ex – Cooperativa Azucarera, se mostró públicamente a favor de sus demandas.

El argumento esgrimido fue que “la empresa registraba utilidades, por lo tanto no habría inconveniente en atender sus requerimientos”.

Sin embargo, no había tomado en cuenta que la empresa no generaba la suficiente liquidez para cubrir siquiera sus obligaciones corrientes.

¿Cómo es esto?

Si bien la compañía registraba utilidades, éstas no eran líquidas; puesto que provenían en gran parte de ventas al crédito, muchas de ellas incobrables.

No olvidemos que según el Principio de Devengado, “las transacciones se reconocen contablemente cuando ocurren, independientemente de que hayan sido cobradas o pagadas”.

Una simple lectura del Estado de Flujos de Efectivo le habría ayudado a entender la situación real de la empresa.

Pero, ¿qué es el Estado de Flujos de Efectivo?

Es un resumen del efectivo que ingresa y sale de la empresa, a nivel de actividades de operación, inversión y financiamiento.

Las actividades de operación constituyen la principal fuente de ingresos ordinarios de la empresa, y provienen en su mayor parte de las ventas o servicios al contado; fondos que deberían permitir cubrir el pago a proveedores, personal, servicios (agua, luz, teléfono, etc.), impuestos, intereses, etc.

El problema surge cuando la empresa no genera la suficiente liquidez para cubrir siquiera dichas obligaciones.

La empresa podría solucionar temporalmente dicha situación, recurriendo a actividades de desinversión, como la enajenación de activos o actividades de financiamiento, como la obtención de préstamos de bancos, terceros o incrementos de capital.

Sin embargo, si no se corrige el problema de fondo, como por ejemplo: las malas políticas de crédito, el ciclo de conversión en efectivo, el excesivo número de personal, los elevados gastos operacionales; lo más probable que termine en la insolvencia y en una posterior quiebra.

De ahí la importancia de la evaluación del Estado de Flujos de Efectivo, puesto que nos permite determinar si la empresa tiene capacidad de generar flujos de efectivo positivos, que le permitan tener capacidad para cubrir sus obligaciones.

No debemos olvidar que la falta de liquidez es el síntoma del problema, que de no corregirse a tiempo, puede originar la insolvencia y posterior quiebra de la empresa.

No en vano es uno de los cuatro Estados Financieros Básicos obligatorios, en la evaluación de los créditos no minoristas.

Autor

Iván Lozano Flores

Editor www.elanalista.com